miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Me vende una vida sin estrés, por favor? No, ya se acabaron

  • ¡A qué hora la vida se complicó tanto! Exclaman las almas débiles,
  • Las abuelas pregonan: "Dios entrega sus mejores batallas a sus soldados más fuertes"
  • Tu otro yo replica, sentado en la comodidad de un sofá: El destino ya está escrito, ¡para qué te preocupas!
  • ¿Y qué dices tú?

Casi siempre, después de haber desahogado mis emociones a través de cualquier medio (escribiendo, llorando, escuchando mis canciones "sube-ánimo"), me pregunto el para qué de las cosas que suceden, no importa si soy el complemento directo o indirecto de la acción.
Resultado de imagen para vida sin estrésY en esa tarea, intentando pensar para abarcar todo, pienso en nada... y entonces aparece lo que he denominado mi frecuente limbo existencial; que me seduce, me adormece y luego me sacude, y me lleva a pensar en cosas que escapan a mi realidad. Y comienzo por analizar las acciones de mi vida, que me han traído hasta este punto... qué he hecho yo y dejado de hacer para llegar aquí y asimismo, qué han hecho otros para que yo esté aquí... Aunque no literalmente.

Llega ese momento en que los pensamientos no son la serie de hechos como consecuencia de la realidad, sino que logran desligarse de ella, y van entonces a una mayor velocidad. Quieres de repente controlarlos, como quien hala las riendas de un brioso caballo, pero no es posible. Y esa desconexión, te alienta o desconcierta, sin remedio. En consecuencia, aparecen proyectadas en el teatro de tu cabeza, todas las posibles situaciones que se desprenden del presente sin secuencia lógica aparente, con resultados favorables o desfavorables para ti en lo sucesivo. Como si se tratara además, de una máquina que expulsa pelotas de béisbol en fracciones de segundo, y en cada batazo debes asegurarle a cada una un home-run o por lo menos 2 bases corridas, o lo que análogamente sería la mejor solución para cada escena o situación.

Inexorablemente, tras montarte en un tren de pensamiento de alta velocidad, te bajas en la siguiente estación, para pensar que tienes hambre y aún no has hecho nada de comer.
A ese éxtasis o montaña rusa de emociones, yo le llamo estrés. 
Algunas veces puedo controlarlo muy fácilmente, y otras veces, no tanto.

En cuanto hayas terminado de leer este "malestar estomacal verbal" (a propósito de los acontecimientos ciclísticos recientes), seguramente pensarás que me enloquecí y que me fumé algo extraño a mis casi treinta y dos años de vida. Pues no. Resulta que hay mucho en esta entrada que corresponde a fragmentos de una catarsis personal. Por eso no importa si las frases están concatenadas o si lo dicho por mi aquí, tiene algún sentido para ti.
Muy al contrario de lo que puedan citar algunos estudios psicológicos y sociológicos al respecto, yo no creo en el estrés positivo. Si este tiene verdaderamente efectos positivos, entonces no merece ser llamado estrés.

¿Yo estresada?
Señor, ¿Me vende una vida sin estrés, por favor? No señora qué pena, ya se acabaron.
Ah bueno. De todas maneras, muchas gracias.

¡Saludos a mis muy y no tanto es-3-a-2 lectores!