sábado, 15 de julio de 2023

Discurso: "La última lección". Ceremonia de graduación Universidad Nacional 21/04/2023





(A partir del minuto 32)


A la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia liderada por la Decana Verónica Botero y su equipo de colaboradores, académicos e investigadores, mi sincero agradecimiento por la oportunidad que me brindan para compartir esta última lección con todos los profesionales que hoy recibirán el título que los acredita como ingenieros e ingenieras civiles y especialistas en las áreas de ingeniería geotécnica y en vías y transportes.

Hago extensivo mi saludo a los padres de familia que orgullosos hoy acompañan a sus hijos en el logro de esta importante meta académica.

Es mi deseo personal iniciar esta última lección, con una experiencia que marcó poderosamente mi formación como Ingeniera Civil, precisamente en un aula de clase, hace casi 20 años:

- ¿Trabajarán solo mujeres para diseñar su mezcla de concreto hidráulico?

- ¿No creen que puedan necesitar a un hombre?

Parafraseo así las preguntas de aquel docente que con cierta ironía cuestionaba la particular conformación de mi equipo de trabajo.

Sin mediar palabras y sin siquiera cruzar previamente una mirada, el tono de esas 3 jóvenes estudiantes se elevaba para responder al unísono: “Por supuesto que no”.

Y mientras respondía con vehemencia a tan capciosa pregunta, mi mente divagaba entre la seguridad de aquella actitud y mi habilidad para con mis escasos 47 kilogramos de aquél entonces, ser capaz de mover una bolsa de cemento y levantar la pala cubierta de mezcla. Dudé de mí. Pero al final, con convicción y una pizca de obstinación, lo hice. Lo hicimos. Aún no se hablaba de sororidad.

Esta situación me mostró, que fuimos y seguimos siendo víctimas silenciosas de actitudes machistas y discriminatorias, de manera casi que inconsciente; algunas veces por consentir estas actitudes de otros por temor a ser criticadas y juzgadas, en otras ocasiones por considerar que nuestra opinión no merece ser escuchada y puede resultar también, porque asumimos como ciertas las palabras de aquel que tiene arraigados ciertos estereotipos de género.

Hoy comprendo que la transformación de las metodologías de enseñanza es crucial para el cierre de brechas entre mujeres y hombres, es decir la forma como nuestros jóvenes, (ustedes), están siendo educados. Estoy convencida que este es el camino apropiado para que más mujeres se sumen a las carreras STEM -la sigla en inglés que recoge las áreas del conocimiento relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas-. De acuerdo con lo reportado por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Pontificia universidad Javeriana en su informe No. 67 de febrero de 2023, para el año 2017, solo el 27,3% de los estudiantes matriculados en el primer año de este tipo de programas académicos eran mujeres, mientras que, para el año 2021, esta cifra fue de 31,5%.

En cifras del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES), entre 2001 y 2021 las mujeres graduadas de carreras STEM ha aumentado en 212%. Paradójicamente, esto no representa una disminución de la brecha de género pues, de las personas graduadas de carreras STEM en 2021, el 37,9% fueron mujeres y esta proporción se ha mantenido en el tiempo durante el mismo periodo, sin presentar variaciones considerables. De manera que, esta es la asignatura en la que debemos seguir trabajando. Quizás deba tener más de 4 créditos académicos en las estrategias educativas en las universidades del país.

Graduandos, se encuentran ustedes en un instante de la vida maravilloso, llenos de alegría, y ansiosos por empezar a poner en práctica lo aprendido, más aún porque son conscientes de que encontraron lo que aman hacer, en clara referencia a Steve Jobs. Cada uno de ustedes por distintas razones, pasiones y sueños, se acercó a esta Facultad, algunos hace cinco años, otros, hace poco menos. Rodeados como están de amigos y compañeros, los invito a que recuerden el propósito que los trajo aquí, a que valoren el esfuerzo hecho por ustedes mismos, que le confieran el mérito a la competencia adquirida con disciplina y dedicación; porque ese será el aliciente que los llevará cada vez a exigirse más y a fijarse metas más ambiciosas. Eso sí, no se intimiden frente a la primera persona que dude de ustedes, basta con que ustedes no lo hagan.

A ustedes hombres y mujeres, profesionales de la Ingeniería Civil y especialistas en las áreas de geotecnia, y Vías y Transporte; rigurosidad y responsabilidad social para el mundo donde los 17 objetivos de desarrollo sostenible serán las especificaciones que regularán todos los proyectos de carácter civil que habrán de planear, diseñar y construir; criterio y buen juicio para actuar y discernir con ética y profesionalismo en el mundo que, deslumbrado por la inteligencia artificial, promete una revolucionaria transformación digital capaz de reproducir profesionales con las mismas capacidades que el ser humano y para finalizar; que el trabajo y rectitud, insignia que propusiera hace más de un siglo el ingeniero Juan de la Cruz Posada sea el emblema que los represente no solamente como egresados de la Facultad de Minas sino como los profesionales y ciudadanos de bien comprometidos en el ejercicio de la ingeniería rigurosa, honesta y honorable.


Muchas gracias y felicitaciones a todos los graduandos.

domingo, 4 de julio de 2021

A mi hermanita mayor

Con los años la vida te vuelve más sensible, reflexiva y agradecida. Así me siento a mis 35 años de vida, con muchos propósitos para cumplir y algunos sueños ya realizados.

En mi café de la tarde, luego del almuerzo, miraba por la ventana sin pensamiento alguno concreto en mi cabeza y empecé a pedalear en recuerdos. Y en el letargo de la escena, la encontré a ella, con esa mente creativa que siempre ha tenido, jugando con el armatodo y construyendo la casita del pesebre. Me fui a los años 90 y me instalé allí. 

¡Tantas memorias hacen fila por ser atendidas, que solo tuve remedio de encauzarlas así! Crecimos juntas, y por muchos años mi mamá adoraba vestirnos con la misma ropa, como les suele suceder a muchas hermanas; hasta que ella misma empezó a rebelarse en contra de esa costumbre y a seleccionar su propia ropa cuando nos llevaban de compras. A veces me gustaba más su ropa que la mía y siendo adolescentes, me la ponía sin su permiso y me pegaba unos "griticos" bien merecidos.

Compartíamos muchas cosas. De ella era la idea de grabar las canciones en la emisora y luego "copiar letra". De ella, la pasión por leer, dibujar y escribir en el diario. Hoy le confieso que aunque los guardara bien, siempre di con ellos para poder leerlos. Ops!, lo siento :(

Siempre me ha cuidado y demostrado afecto a su manera; esto lo he entendido con el tiempo. Una vez, recuerdo que, estando en el colegio, tuvo lugar un episodio por el que muchas amigas me dejaron de hablar durante un cierto tiempo. Era el día de mi cumpleaños del año 1997 (puedo ser imprecisa). Frente a la mirada atenta de una profesora, ¡¡me reventaron un huevo en la cabeza... dentro del colegio!! Juro que hoy lo recuerdo y me da mucha risa; pero en ese entonces fui un mar de lágrimas, rabia e impotencia. Sin embargo, luego de que todas mis amigas desfilaran por coordinación académica y firmaran el temible libro negro de disciplina, a mi hermana le informaron lo ocurrido y al llegar a esa oficina solo exclamó, entre risas nerviosas: "Ay Vanessita, ¡¡cómo quedaste!! pero te lavas y ya". Yo quería ahorcarla, no es broma.

Jannina, es su nombre. Un nombre que mamá dice haber visto en una revista y le pareció acertado y sí que lo es. Aunque por muchos años creímos que era de origen italiano, al parecer es hebreo y habla de una persona responsable, creativa y dinámica. Así lo confirman sus habilidades y pasiones (las de siempre y las nuevas): le gusta dibujar, cantar, bailar, conversar, cocinar y montar en bicicleta... y todo lo hace bien; no alardeo. Mentiras, se "pega sus destempladitas cantando", ja ja ja.

- Tulita, ¿tus hijas son gemelas? 

- No, se llevan un año de diferencia

- Ay! Pero es que son igualitas...

Creo que en algún momento ya estábamos cansadas de la comparación. Y hacíamos hasta lo imposible por destacar nuestras diferencias: "mira su nariz", "mira mi color de piel", "sus ojos son más grandes"; -ella se parece más a mí y Vane a su papá-, decía con vehemencia mi mamá. 

Ella siempre ha lucido como la hermana menor, y a pesar de tener unos cuantos centímetros de más, aún me sigue llamando "mi hermanita".

Hoy, quise escribirle a ella, porque me siento feliz y agradecida de llamarla y tenerla como mi ejemplo, de verla y sentirme orgullosa de ser su hermanita, de ver su disciplina,  tenacidad, berraquera, y de asumir con valentía situaciones difíciles con su frase: "Yo no estoy peor que alguien más".

Nota al pie: La primera foto fue tomada en Medellín en el año 1989, en el barrio viviendas del sur (Itagüí) donde crecimos, minutos antes de ir al "Jardín Infantil Regina" y segundos antes de que a Jannina se le cayera el ganchito de la cabeza, porque todos se le resbalaban. 

Te quiero, hermanita mayor. 


jueves, 29 de octubre de 2020

Una entrada cuestionable

Es verdad que hace muchos meses no le daba una mirada a este baúl que guarda tanta vida.

Hoy me provocó, quizás porque soy una hija de la lluvia y encuentro en su presencia y contemplación, algo de inspiración y un tiempo propicio para reflexionar.

Tres días aislada, viendo la linda Medellín desde la panorámica que ofrece un piso 15, en una búsqueda infructuosa por desconectarme del mundo real, de las caras cotidianas, y ¡hasta un poco de mí! 

Pero...

¡Cuán difícil es intentar huir de uno mismo! Es imposible, pues te encuentras contigo en cada esquina de los pensamientos, en batallas mentales que no quieres dar en un momento específico, y finalmente, con una terquedad abrumadora, terminas por volver al cuarto del que querías escapar...

Personalmente, autocuestionarme es como autoflagelarme, en la mayoría de los casos. Soy mi crítica más implacable, no me perdono ni media y tardo en olvidar mis impases. Es probable que algunos no estén de acuerdo con esto, pero está bien, no es mi deseo buscar aprobación.

Una de mis mejores terapias para la autoevaluación, a lo largo y ancho de mis años vividos, ha sido escribir. Servilletas, reverso de cuadernos, diarios, la arena de la playa... el medio es quizás lo de menos. Algunas veces lo hago para mí, y otras, creyendo que alguien más leerá mis escritos, muchos años después. Otra terapia que también me funciona, es llorar en soledad. Llorar hasta secarme por dentro, hasta sacar ese dolor emplazado en mis entrañas.

Las tormentas personales que surgen en una catarsis, traen consigo muchos cuestionamientos. ¿Cómo me siento?¿Qué espero?¿A qué aspiro?¿Qué quiero?, ¿Qué me hace falta?, ¿Soy una persona feliz? Este examen no lo respondo en forma ordenada como lo suele hacer una estudiante juiciosa, de hecho, voy saltando entre las preguntas hasta encontrar aquélla más cómoda para mis recuerdos o experiencias. Y aunque intente pasarme de lista al darme las respuestas que quisiera escuchar; la realidad es que mi alter ego resulta ser aquél profesor que cuestiona a sus estudiantes con la frase: "Eso no fue lo que yo te pregunté".

La calificación del examen no la mido en números o notas; sino en acciones, simplemente. Si algo no me gusta, ¿lo puedo corregir y depende de mí? Si es así, entonces lo corrijo. ¿No estoy cómoda en el lugar donde estoy? Pues entonces, me muevo. ¿Me tomo muy a pecho las actitudes o comentarios de otras personas? y es justamente cuando me respondo: ¿Qué carambas hago cargando el equipaje ajeno, ahhh?

No sé si se sientan identificados con mis palabras en esta entrada, o con qué frecuencia les sucede pero, hoy solté un incómodo equipaje.


Saludos de vuelta!



sábado, 18 de abril de 2020

36


No es mi edad, aunque es probable que pronto lo sea... y hoy más que nunca digo probable, porque en los días que corren no es posible dar nada por sentado.

Hoy me animé a escribir, para salir por un momento de mis ahora cotidianos: teletrabajo, tesis, artículo y clases virtuales universitarias.

Es increíble cómo la pandemia producida por un virus imperceptible nos ha confinado a ciudadanos en todo el mundo en procura de nuestro propio bienestar y salud. Consecuencias de este confinamiento se extienden en todos los sectores, y unos "saldrán" más lastimados que otros, indudablemente.
Hay muchos que han escrito acerca de las lecciones que nos deja esta pandemia, de lo conscientes que saldremos las personas luego de vivir tanto tiempo una vida de manera "anormal".
Yo hoy quiero escribir acerca de la creatividad que este periodo, cada vez más cuarentenal, ha despertado en muchos de nosotros y de cómo las personas nos enfrentamos a una situación tan adversa como esta.

Por ejemplo, en muchos miembros de mi familia paterna se han despertado unas habilidades culinarias que nunca más me dejarán quedarme en ningún hotel cada vez que visite mi natal Barranquilla. Una prima muy querida con innatas cualidades histriónicas le sale al quite a este tiempo, gastando bromas a cuanto tío se encuentra en su lista de contactos advirtiendo a los gritos que la saquen de casa, que está aburrida y que está a punto de enloquecer. Mi hermana, que ya cuidaba una pequeña huerta en su balcón, no deja de sorprendernos con sus recetas de postres, cremas; a tal punto que ¡hasta pan ya ha horneado!

Muchas de mis amigas han reinventado sus negocios, otros colegas profesores buscan la manera de mejorar sus clases y exámenes virtuales "grupales", y mientras tanto yo, paso cerca de 14 horas sentada en una silla, frente al computador, reclinando mi espalda en un pequeño cojín rojo, viendo pasar los días consumiendo más café que de costumbre, abriendo y cerrando mi cortina para darme cuenta si es de día o de noche, desayunando y almorzando en este mismo lugar, y a punto de tener más espalda que nalgas. De esta manera, recorro los pasos para "final y felizmente" culminar un largo proceso académico que no ha sido nada fácil.

Para hacerlo un poco más llevadero, hace pocos días, les propuse a algunos amigos del colegio que nos "conectáramos" para conversar y entretanto pensaba: "Hace cuánto no les doy un abrazo, hace cuánto no les digo lo mucho que los quiero y lo importantes que son para mí". Qué deliciosa terapia resultó reírse de viejas historias, recordar los profesores, ver que ya muchos tienen hijos y que a pesar de todo, la esencia de todos permanece intacta.

Somos animales de costumbres, algunos más dóciles otros mas bravíos. En el mismo sentido, durante estos días y los que vendrán muy seguramente, unos descubrirán talentos, otros sólo se quejarán, otros aprovecharán el tiempo libre en exceso haciendo cosas para las que, paradójicamente, antes no tenían tiempo.

¡36 no es mi bucket list, mi número de libros en la biblioteca, mis zapatos olvidados, los gramos de azúcar para mi café ni tampoco el número de botellas de cocacola de 300 ml que consumo ahora para mantenerme despierta!
Sí, son mis días de confinamiento, los mismos que llevo asomándome ocasionalmente al balcón para ver cuán desolada está la carrera 66. No era difícil de suponer, menos ahora, mucho menos hoy. 

¡Saludos, desde mi silla casi cuarentenal!

lunes, 19 de agosto de 2019

¿Qué tanto dice tu ex de ti?

Cuando las personas se refieren a la primera impresión que les causó alguien o que causaron en alguien, me pregunto, en realidad ¿qué aspectos de ese primer "alguien" componen esa impresión que percibes? 
¿Acaso cómo luce? (pues aún no has hablado)
¿Cómo huele?
¿Si sus manos están limpias?
¿Si hace contacto visual?
¿Si saluda de manera cortés? 
En resumidas cuentas, ¿Qué cosas son las que hablan por ti acerca de ti?
Podría ser todo y más...

De esa primera impresión se desarrolla, a mi parecer, una segunda que viene alimentada por un prejuicio. Aquello que no vimos la primera vez pero creemos tal vez que viene asociado con esa persona, un ¡no sé qué! ¡quién sabe dónde! ¿no?
Entre ires y venires, al final lo que sucede es la desmitificación del prejuicio o de la primera impresión. Algo así como una triada de la impresión, o en mi arrogante pretensión; la aplicación más banal de tesis, antitesis y síntesis.
Ahora bien, no todos somos así. Algunos cortan por lo sano las primeras impresiones y dejan ser al otro, desenvolverse; para entonces sí, construir una opinión personal acerca de ese alguien. 

Y trato de ubicarme a mí misma en el escenario de cuando conocí a alguien por primera vez... y caigo en la cuenta de que efectivamente hay algo que derrumba mis prejuicios: una primera sonrisa. Esa misma, puede tumbar una mala referencia externa (un tercero en la mesa), que es una de las tantas fuentes de un prejuicio. Ese "qué", que me dijeron sobre esa persona.
¿Les ha pasado que hablan por teléfono con alguien y solo su voz les permite ponerle anatomía al sujeto que calienta tu oreja? La imaginación es algo fascinante.

Lo siento si parece que hablo incoherencias o ideas sueltas sin concatenarse lógicamente, pero hace rato no me pasaba por mi blog y creo que tengo un reencuentro de ideas y todas se están saludando. 

Sin embargo lo anterior fue solo un appetizer.
Hoy se me dio por pensar en esto... ¿qué tal si la primera impresión que tenemos de alguien más viene dada por la compañía de otras personas? Quiero decir, por ejemplo, ¿Qué diría tu ex de la persona que eres tú?
Solo concibo en mi mente la imagen de una larga fila de excompañeros de "x" personas y pienso: 
¿Qué tipo de persona se alejó oportunamente de alguien como el de camisa gris?
¿Acaso una persona sonriente podría haber compartido su tiempo con alguien que luce tan triste como el quinto de la fila?
Una más: ¿Qué calidad de ser humano toleraba la arrogancia del adonis en primera línea?
Y quizás una más amable... para el ex: ¿Cómo fue que te dejaron ir?
Se imaginan además que, ¡¡alguien pudiera tener tantos ex, que sea absolutamente imposible tener una precisa impresión de esa persona!!
No hay nada de malo en lo anterior, por si las dudas. Cada quien es como quiere ser. Y puede perfectamente mostrarse como quién no es.

Yo escribo banalidades como esta para desahogar mis ideas náufragas en el desespero de la noche, esperando que el vino se enfríe... de lo contrario, le da reflujo a mi alma. Ops!

Saludos!
Persistentes lectores.

P. D. Quiero un seudónimo. ¿Me sugieren uno?



sábado, 27 de julio de 2019

Life is about being persistent

This is my first blog in English!
I promised myself, I would try this one day ...
So, here I go!

It has been tough to choose the subject, because somehow, I need to speak fluently and feel comfortable.
I love rainy days, but gray days make life sad, sometimes. Our mission is to always add color! However, for some it is easier than for others.

When it's a gray day, I sing. Wait a minute ... I sing all the time! In the office, before I go to sleep, when I am writing and so on. It is like freeing my soul. In this way, it never rains in the bottom of my heart.

Do you have any single way to stop the rain in your life? The rainbows are persistent, they just have to wait for the rain to stop to appear in the sky!

In fact, for me, being persistent is a very important thing. Life is about being persistent in everything. It's not about being conformist or stubborn ... it's just that ... be persistent in achieving what you want!

This brief message may be useful for you, but tonight I needed it more than I thought! That's for sure.

Bye everyone!

miércoles, 15 de mayo de 2019

¿Por qué nos cuesta tanto ser simples?

Se nos dijo:
Toma esta vida, vívela como quieras, no le hagas daño a nadie y sé feliz.

¿Qué entendimos?
Tengo esta vida, compliquémosla tanto como se pueda, estresémonos y suframos por banalidades hasta que nos llegue la hora de la hora. Amén.

Personas y personalidades en el mundo hay como granos de arena en la playa. 
Para mí, las personas simples no son aquellas no-complejas. Empero, son aquellas capaces de anteponer su felicidad, el bienestar de su alma y la tranquilidad y la paz de su ser; por encima de las preocupaciones y placeres efímeros que ofrece esta vida terrenal. 

¿Por qué empiezo esta entrada en esta forma tan reflexiva?
Pues porque me impresiona cómo, frecuentemente, nos resulta tan sencillo complicarnos la vida, cuando el atajo (si y solo sí para esta ocasión) para llegar a la meta, nos proporciona SIEMPRE mayor felicidad.

Quiero citar un ejemplo:
Cualquier decisión que tomemos en la vida, siempre encontrará facilitadores y detractores que saldrán ágilmente al paso y pondrán mil obstáculos en nuestro camino cuesta arriba. ¡Ahhh! Pero a veces caemos en la absurda posición de creernos sus diatribas y terminamos por desinflar nuestros sueños y por darle cabida a personas que, como una mala hierba, intentan dañar nuestra siembra.

A esos detractores, descuidémoslos, perdámoslos de vista y mantengamos claro el objetivo, siempre mirando al frente y con Dios, tomados de la mano.
Soy consciente de que hacerle el quite a estos desocupados y a las situaciones intrincadas, no siempre es sencillo, pues, a veces sus palabras nos perforan el alma y nos debilitan el carácter. Sin embargo, por nuestra felicidad y paz interior ¡Sigamos adelante, no desfallezcamos!

Vale la pena un ejemplo más:
Algunas personas cuando deciden casarse prestan mucha atención a los detalles y se olvidan de lo esencial: el AMOR. Corren por los pasillos del desespero, la lista de invitados, el menú de la boda, que si la luna de miel será en Singapur o Curazao, el vestido, las flores, el ¿dónde vamos a vivir? Con esto no quiero quitarle mérito a quiénes piensan en la planeación de su boda de esta manera, pues hasta yo he cabalgado con algunas de estas ideas; pero, muy pocas parejas se detienen a pensar en la pulpa de la fruta, representada en la decisión del AMOR a su pareja por encima de las dificultades sin que importe el hecho de que los invitados estuvieran complacidos o no por la orquesta que animó la celebración.

¡¡Cuánta dificultad hallamos en el camino para ser simples!!
Cuánto nos cuesta dejar el grillete que representa la aceptación ajena para abrirle paso a la aceptación de nuestro propio ser;
Cuánto más nos cuesta desapegarnos de bienes materiales, creyendo que en ellos reposa la felicidad;
Y cuánto aún más lamentamos darnos cuenta de esta realidad tan tarde.

Y es que ser simples nos hace ser auténticos...

Aparta de tu vida todo aquello que te robe la tranquilidad.
Dale la bienvenida a lo sencillo, a lo genuino, a la bondad de tu vecino, a la fragancia de las flores, a los amaneceres y atardeceres que Dios nos regala cada día, al beso de tu compañero, a las caricias de tu madre, al hogar por encima de la casa y al ser humano por debajo de la ropa.

Haz el intento por sustraer de tu vida las dañinas opiniones de aquellos con corazón de oropel y las influencias del ambiente exterior, ¡verás cuán simple resulta ser simple!
Te invito ahora a ti, porque ya acepté la invitación y quiero también que seas feliz.

Saludos, queridos lectores.


domingo, 24 de marzo de 2019

Tía de tres

Una mirada a mi ventana para ver las gotas de lluvia caer y sentir ese maravilloso petricor y de repente mis reflexiones de domingo me llevan a pensar detenidamente en tres chiquiticos preciosos que alegran los días de mi vida solo por existir, solo por ser quiénes son. No vivimos en la misma ciudad y aunque adoraría verlos más seguidamente, hay momentos en la vida en los que es necesario hacer sacrificios para alcanzar metas personales.

Isaac David, Sharon y Cristian Daniel, mis sobrinos. El mayor de ellos, Isaac, es un niño dulce y tierno, brillante. Me hizo tía por primera vez en el año 2010, justo cuando me regresaba a vivir a Medellín. Alguna vez me contó que sueña con ser futbolista, ingeniero como su papá y youtuber. La pequeña Sharon es toda una artista; baila, canta y encanta. Se le ve muy independiente y con convicción, es una líder innata. Y el menor de ellos, Cristian Daniel es toda una adoración.

Me han sacado risas, me han hecho llorar de alegría y orgullo, me han hecho sentir que me quieren, me han dado abrazos de osito, me han puesto a jugar fútbol y tenis en mitad de la sala, me han puesto a ver "Alvin y las ardillas" un par de veces, me han regañado (increíblemente) y me han hecho las preguntas más hermosas; cómo no, si su inocencia está en furor.


Yo soy la tía más feliz recordando nuestras conversaciones y las ocurrencias más hermosas de los tres. En días distintos, algunas de ellas:


1. Un día de vacaciones...

Isaac: Tía, ¿desde cuándo usas gafas?
Vane: Desde que tenía doce años, mi amor
Isaac: Tía, pero es que te veas muy fea con gafas.
Vane: (Asombrada por su sinceridad) Me puedo operar para ya no usarlas más ¿Te parece?
Algunos años después, le cumplí.

2. 
Un día de mi cumpleaños...
Sharon: Hola tía, feliz tumpleaños!!! (gritos a su alrededor)
Vane: gracias, princesa
Sharon: Tía, ¿de qué vas a celebrar tu cumpleaños? Si quieres, lo puedes celebrar de la doctora juguetes como el mío.

3. Ayer, el más pequeño, repetía la frase que su padre, mi hermano, le había enseñado: 

Cristian Daniel: Hoa tía Vane
Vane: Hola mi cielo, ¿Cómo estás?!
Cristian Daniel: Hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!
Me consumió la ternura y las ganas de correr rápido para ir abrazar a ese peluche de carne y huesitos.

Estos tres pedacitos de cielo crecen cada día en talentos, en ideas, en ocurrencias frente a mi mirada distante. Son mis sobrinos y los amo profundamente. Quiero siempre verlos felices y que sean lo que quieran ser.

Soy una tía feliz, de tres.


lunes, 31 de diciembre de 2018

Oportunidad

Este es probablemente uno de esos fin de año que nunca olvidaré, que guardaré como tesoro en la maleta de mis años vividos, que siempre cuenta con espacios suficientes para llenarse de experiencias nuevas  y enriquecedoras.
Marcado con la etiqueta de "oportunidad", el año 2018 fue un trayecto recorrido hacia un claro propósito, caminado sin atajos, saludando y estrechando lazos  con la nueva gente que encontraba a mi paso, aprendiendo lecciones valiosas; esas que solo se arraigan en el asidero de las reflexiones, cuando un buen amigo te las lanza a la cara bondadosamente.
Indudablemente, caminado a mi propio ritmo, para algunos lento, para otros, rápido; para mí, el mío. Quizás, no con el afán de años anteriores, sino con la convicción de los maduros que, inexorablemente se asoman a mi ventana.
¿Por qué llamé "oportunidad" a este trayecto? Porqué Dios, la vida y mis acciones me llevaron a lugares donde confluyeron el tiempo, el espacio y las personas correctas en el momento indicado; favoreciendo escenarios exitosos, que me han regalado mucha felicidad.
Es el último día del año 2018, llueve intensamente a esta hora. Desde  la ventana de un piso 17 miro la ciudad que nunca duerme, mermar su rutina, bajar sus revoluciones, bajo un cielo completamente encapotado y yo me dispongo a cerrar este ciclo de forma distinta, en un lugar mágico y con una compañía maravillosa. 
Tomo el papel y esfero del hotel, sentada en un confortable sofá y me animo a escribo el borrador de estas letras virtuales para compartir con mis lectores, sin olvidarme de agradecerle a la vida, todo lo mágica que ha sido conmigo, las personas que me permitió conocer, los retos nuevos que asumí y todo lo que aprendí. Cuán agradecida me siento por ello. Mi familia siempre presente en mi corazón.
Este fin de año ha sido especial, entre muchas otras cosas, por el viaje que hice rumbo norte para conocer la nieve... Esta vez no ha sido. Sin embargo, eso no me desanima, sé que el próximo año 2019, me acompañará un nuevo y más grande equipaje al que desde ya llamo VALENTÍA.
Un exitoso año nuevo 2019...
Un abrazo fuerte para todos.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

¡¿Caerse de amor?!

Muchas ideas hicieron ronda en mi cabeza para encontrar el tema de "regreso". 
Confieso que solo escribo cuando llega la inspiración y ésta, en ocasiones, es esquiva; probablemente porque no encuentra la incubadora del tamaño adecuado.

Retomo el borrador de esta que será la  primera entrada del año 2019, con mi mirada clavada desde la ventana 10A a los recuerdos de un lindo 2018. 
Simultáneamente acomodo mi maravilloso compañero de este viaje "el olor de la guayaba", mientras espero que la auxiliar del vuelo comercial AM419, regrese con mi botana, pues muero de hambre; luego de dejar el alma desocupada en el sitio de origen.

Guardaba esta entrada en la bolsa de los drafts, esperando mejorarla o sentirme un poco más en sintonía para escribir acerca de ello. Probablemente esta no es la mejor versión, pero sí las letras que mis manos desoladas desean escribir hoy, ahora.

Sé que el título suena un tanto paradójico pues recrea la combinación de dos escenarios opuestos; caerse, esencialmente no es algo agradable pero, ¿y el amor? ése es muy bueno, cuando es del bueno.

Entonces, ¿de qué va esta imagen con el título? Sencillo.
La criatura salta y uno inmediatamente supone que se va a caer por lo diminuto de su corporalidad y su escasa habilidad; pero, aparentemente esto no es importante para él.
Significa que ha asumido UN RIESGO.
Tiene miedo de estampar su cara en el piso, pero se lanza firme en su propósito...
Eleva sus pies de la superficie segura y estable, se impulsa y allí va...
Abre sus brazos y vuela, sintiéndose ligero y cómodo; siendo con el aire un binomio perfecto.
Esto resume todo lo que uno siente cuando se LANZA a amar, cuando se dedica a la propia felicidad, olvidando lo que puedan sentir o pensar otras personas.

Un RIESGO sí, de empezar de cero, de conocerse, de acoplarse, de entenderse y empezar a amarse.

El miedo a lo desconocido comienza a florecer...
La sensación de estar vulnerable frente a ciertas situaciones...
Las ganas de dar, de abrir el corazón, de exponer el alma.
Realmente no importa mucho el cómo, o el dónde vas a caer... el final es inminente-, aunque con un sentido diferente.

Los angloparlantes le llaman a este sentimiento FALL IN LOVE...
Y es que enamorarse, indudablemente, es caerse... Algunos se dan de jeta, otros quizás por experiencias  pasadas, se miden y son un poco más cautos; yo prefiero volar como el pequeño.

P.D. Espero que hagan de todas sus metas y propósitos una realidad en este nuevo año.
¡A mí me espera una tesis por terminar!

miércoles, 11 de julio de 2018

Lo conocí en un bar (...)

Frase pronunciada por una mujer, por lo menos una vez en su vida. 
Con desidia, desdén, melancolía, euforia y quizás, algo de desenfreno; pero al fin y al cabo, pronunciada.
¿Qué pasa en un bar? Pues tanto hombres como mujeres, ante la más mínima necesidad de compañía y aburrimiento sabatino, se lanzan en la búsqueda frenética de emociones fugaces consolidadas bajo la efervescencia de algunos grados de alcohol.
Podría decir que esta entrada fue el producto de un cuasi experimento social, en una noche de tímidas observaciones en un ambiente conocido; en medio de mucho sudor y baile, música en vivo y un mojito en 2x1.


¿Dos cucharadas al caldo y...? No siempre.
Es tan interesante ver el comportamiento humano desde la ventana polarizada de la vida: yo puedo ver, mientras que aquél que es observado, ni se inmuta. 

Debo decir que algunos caballeros ejecutan un plan magistral; estudian la población femenina del lugar, se acercan, conversan, te invitan a un trago, te dejan en (Ctrl+Alt+supr) mientras invitan a bailar a otras chicas; para que así tú no te sientas "la escogida" inmediatamente y puedas ser presa de su encanto, más fácilmente.

Un tipo que le sacó el mejor provecho a la película Beautiful mind.
Imagen relacionada
Es tu cara, es tu pelo, son tus besos, me estremezco...¿Uh-oh?
Ahora dirijo mi mirada a las mujeres.
¡¡Cómo nos molesta a las mujeres que se muestren indiferentes con nosotros!! Pero ojo, tampoco es que los hombres "tipo caracol" nos agraden en demasía. Una justa medida, viene bien.
Ahhh un momento. Nosotras las mujeres...  ¡¡¡Cuán coquetas y obvias somos (desde el punto de vista de otras mujeres) en nuestras movidas!!! Por Dios. 
El cabello detrás de la oreja para descubrir el perfil, la sonrisa, la mirada, las idas frecuentes al baño; todo un ritual para aparecer en el radar. A ver niñas, si el manual de entendimiento de las mujeres aún no está escrito, es sólo porque a los hombres les da pereza redactarlo. Pero tenemos un código de barras completamente descifrable para un buen entendedor.

Pues bien, cuando las miradas se encuentran en ese azar de la noche y ocurre ese nirvana; ya no hay marcha atrás. Shakira tiene una frase que describe perfectamente este momento: "(...) con el fuego por dentro y las hormonas presentes, por la ley del magneto se acercaron los cuerpos..."

La escena del cortejo.
Cuando el cortejo tiene lugar en una pista de baile (y digo cortejo porque prácticamente con estos ritmos musicales tan "lo que Usted desee añadir aquí", el posterior apareamiento es casi un axioma), hay muchas cosas que suceden sin premeditarlas. Una serotonina salida de control hace alarde mientras que las manos masculinas atraviesan las barreras de la espalda sin restricción alguna y en cambio, avanzan ayudadas por el sudor de ambos, producto del deleite.
Unas manos femeninas que se elevan hasta alcanzar el cuello de su pareja y que permiten una cercanía más íntima, más buscada, un calor que no resulta incómodo; permitiendo al mismo tiempo una mayor libertad para el contoneo de las caderas.
Unas caras que, en perfecto ángulo logran acomodarse como entrelazadas, sin estorbar y sin dejar de bailar; hasta que llega un beso tímido, quizás robado, desapercibido entre la muchedumbre; sellado con una sonrisa esporádica y ciega.

Salí del bar a la 1:30 a.m., luego de haber sido testigo de este idilio. Desconozco qué habrá pasado después entre ellos.
Una historia como esta podría resultar típica ante los ojos de una espectadora como yo, pero indudablemente; siempre será única para quien la vive.

¿Y qué pasa luego de una noche de bar?
A una edad, mayor que mi edad; probablemente un guayabo muy hijuemadre.


¡Saludos de vuelta a mis lectores de bar-en-bar!




domingo, 3 de junio de 2018

Crecer: Mis años maravillosos parte III

Leyendo mis entradas anteriores, vi que había dejado quizás, un cabo suelto, una especie de trilogía por cerrar. Y como no hay dos sin tres, aquí va CRECER parte III.

Empiezo a escribir estas líneas, mientras caigo en cuenta que olvidé un libro para leer de cara a un vuelo largo, y mis ojos  bailarines encuentran la imagen de una cheerleader de largas trenzas a mi derecha de algunos 8 años o quizás menos guardando en su cartera rosada el último iPhone.

Vuelvo mis ojos a la pantalla del asiento, sin prestar atención a las señales de información previas al vuelo. 
Tengo gran facilidad para recordar algunos detalles de todos mis primeros días "importantes". El primer día de universidad no fue la excepción.
Y entonces pienso para mí: ¡¡Hmm la Universidad!! Y se dibuja instantáneamente una sonrisa en mi rostro.
Ese día, mi abuela Diome me levantó a las 4:00 a.m. Desayuné ligeramente y tomé el bus intermunicipal que me llevaría desde Santo Tomás, Atl. a Barranquilla en unos 35 minutos de recorrido. Iba ansiosa para mi primera clase de álgebra y trigonometría muy a las 6:00 a.m. Llevaba una blusa color magenta (para los hombres, el magenta es simplemente un rosado oscuro) de mangas cortas, un jean oscuro, sandalias y portaba el maletín que había sobrevivido el último año escolar. A pesar de que el profesor de esa clase escupía en cantidades industriales, siempre me hice en la primera fila; en honor a la vieja costumbre de "los pequeños adelante, por favor". Llamé a mi mamá tras finalizar la primera jornada, desde mi celular homologado en la compañía Celcaribe, con el minuto a 800 COP. Como comprenderán, había que ahorrar los pormenores.

Me obligo a ir allí con más recuerdos pero mi mente escueta se rehúsa a buscar detalles. De repente, vienen a mi mente en fabuloso cóctel, las madrugadas, las clases, las trasnochadas, el capítulo cerrado del primer amor, mis amigas (ya hoy en día casadas), las rumbas, mi inocencia y mi búsqueda permanente...
Pienso en todas esas veces que "madreamos" una materia por obligarnos a trasnochar, sin sentir un ápice de culpa por encomendarle, en más de una ocasión, a la fragilidad de la última noche, nuestros trabajos de fin de semestre. Cual ángeles de Charlie, siempre salíamos triunfantes.

Ustedes: ¿Quiénes, Vane? 
Cuando hablo en plural, me refiero a mis amigas de Universidad, con las que formé una hermosa amistad. Con ellas, lloré el amor ido, dije improperios pasadita de tragos, tuve largas sesiones hablando de las cosas importantes de la vida a esa edad y también "verifiqué" respuestas en algunos parciales.
Si alguno de mis excompañeros de universidad lee esta entrada, ¿recuerdan en qué materia y porqué hicimos una cadena de oración? Acaba de llegar esa escena a mi mente, súbitamente.

Ustedes otra vez: Vane, ¿Y esa foto qué, por favor? 
Corría el año 2006. Una visita de obra a un almacén "olímpico" en construcción en la ciudad de Santa Marta, para el curso de estructuras metálicas. Desde aquél entonces hasta mis días, han cambiado muchísimas cosas, menos el insignificante hecho de que sigo siendo talla 6.

Recuerdo, por supuesto, mi experiencia en la tuna y en el coro Unicosta. Esa primera audición, con un director que me mostró por vez primera las canciones que más amo cantar hasta hoy: Vereda tropical y Venecia sin ti.
"La la la la la la la la la", medio tono arriba en la escala musical y repita. Todo para conocer mi registro vocal y posición en el coro. 
-¿De dónde sacas esa voz, chiquitica?- preguntó
-Eres soprano, pónte a mi derecha-, añadió.

Vivir lejos de casa, aprender todo lo necesario de la vida; mucho de ello no te lo enseñan en la facultad de ingeniería. Graduarte de la carrera que soñaste estudiar, aprender a solventar situaciones difíciles, conseguir tu primer trabajo, recibir el primer sueldo y derrocharlo con gusto, pagar impuestos, superar el primer  retiro, independizarse, "quemar el primer arroz", ser responsable con las salidas a rumbear y aprender a  manejar el dinero; aunque mi madre diga que aún no aprendo.

Cierre y fin de la emisión.
¡Saludos a mis lectores amantes de las trilogías!

P.D. Tengo que confesar que no hice ni haré el deber cinéfilo-moral de ver El Señor de los anillos.

martes, 10 de abril de 2018

La necesidad más sublime del ser


De vuelta al ruedo, tras un ligero descanso a mi pluma bloggera.

Con el tiempo reafirmo que, en ciertas conversaciones prefiero ser oyente más que un locuaz interlocutor. Y es que, no siempre se hablan temas interesantes y hay personas con quiénes sinceramente no merece la pena generar escenarios de discusión. De esas conversaciones que tienen un eco perturbador, hoy me motiva escribir acerca de una en particular, quizás, algo trascendental: Siempre hay algo que buscamos ansiosamente y que creemos necesitar para ser plenamente felices… ¿qué es realmente ese ALGO? Si lo tengo todo para ser feliz, ¿por qué no soy feliz?   

Muchas personas suelen buscarle a la vida toda una serie de símiles, para sentirse más a gusto con la porción de momento existencial por el que están atravesando…
Hay quienes definen la vida como un tren de pasajeros subiendo y bajando de diferentes estaciones, para reforzar la idea de las amistades verdaderas. Otros prefieren refugiarse en el comparativo de una montaña rusa para ejemplificar las situaciones de éxito y fracaso; siendo este último el mejor aliciente del siguiente éxito
Imagen relacionadaUn grupo adicional, recurre al famoso camino por andar, como si la vida misma fuera un cúmulo de largos y tortuosos senderos disponibles para experimentar y que tras cada opción o decisión tomada, se abriera un abanico de nuevos caminos, como la ruta “relocalizada” tras un giro equivocado en google maps.

En la lontananza de todos esos escenarios, se dibuja una búsqueda y un desencuentro, un hallazgo y un deseo fehaciente de ir siempre por más…. Una necesidad, algo no satisfecho.
¿Sabemos siempre qué es lo que buscamos?
¿Tenemos siempre el panorama de nuestra vida tan claro como para aventurarnos en un camino, en un tren o en una montaña rusa con un destino plenamente identificado? Mis 32 años me han evidenciado que no. Ha aplicado para mí, pero no es regla general.

Considero que no somos simples actores con el libreto de la vida aprendido, quienes lo creen así, suelen dejar muchas decisiones en espera de que el destino las tome por ellos; y NO tomar decisiones es ya tomar una decisión. Muy al contrario, creo que la vida se nos ha ofrecido como un maravilloso y complejo algoritmo: “Si A toma el camino 1, se despliegan las opciones a,b,c,d,e…z; si no lo toma, se aplica esta otra ecuación”… y el número de caminos sencillamente puede ser mayor a 2000. Calcula las iteraciones.

Con esto no quiero decir que he sido una loca aventurera con el día a día al garete, mucho menos una psicorígida de la vida en todos los proyectos que he emprendido o en las decisiones que he tomado. Creo que mis decisiones, acertadas y erráticas, me han permitido enfrentar sin miedo la montaña rusa, allanar el camino y seleccionar los pasajeros que comparten mi mesa en el tren, en muchas ocasiones. 
Para alguien más podríamos tener una vida perfecta, pero nuestro ser probablemente nos está lanzando una idea contraria; un yo-interno que repite: “tu vida es una mierda”. Y simplemente, eres lo que crees. Considero que es fundamental, tener claridad en el concepto de que cada vida es valiosa en la medida en que lo sea para cada quien, no para alguien más.

Cada quien define su propia búsqueda, se tomará su tiempo, hallará los medios y trabajará en aras de satisfacer esa necesidad… llenar ese vacío y procurará sentirse más feliz con las decisiones tomadas en el tránsito de la vida. Probablemente esa necesidad no es tangible (en la mayor parte de los casos no lo es), quizás solo le dé bienestar al alma, tranquilidad al espíritu y plenitud al ser. Creo que ese es el sentimiento que perciben las personas que teniéndolo todo (económicamente hablando), se sienten inconformes, infelices, agobiados y hasta desventurados. Hay quiénes llorando en un Mercedes llegan a casa y no tienen una familia con quién compartir o conversar, o la que tienen, sencillamente no les brinda amor.
Viajar para reencontrarse con el ser interior (el que es pregunta y es respuesta) es una buena alternativa. El silencio de una rutina interrumpida, la contemplación de paisajes diferentes y el adentrarse en otra cultura te conduce, inexorablemente, por otros espacios mentales.

Probablemente esta entrada se convierta en una invitación a repensar la vida en el sentido de esa búsqueda personal, sublime e íntima; a hacer una introspección y a plantearte justo ahora o cuando tengas la disponibilidad de tiempo y mente, un sencillo ejercicio pensado desde el hexámetro de Quintiliano (qué, cómo, cuándo, dónde, quién, con qué medios y porqué).

¡Pellízcate! ¿Vives… o solo existes?


¡Saludos a mis viejos lectores!