domingo, 9 de julio de 2017

"Venecia sin Ti"

Pocas personas conocen de mi fascinación por visitar esta ciudad en particular.
Desconozco en qué momento de mi vida surgió ese encanto por ti, Venecia. Quizás la imagen del gondolero como un cándido celestino de millones de parejas enamoradas alrededor del mundo, hacía eco en mi cabeza. Ese mismo encanto que hoy me trajo hasta Ti, aquí está latente, para tener la dicha de verte, pisarte, olerte, caminarte y contemplarte.

Amo visitar los lugares que encierran magia e historia; y sin duda Venecia es un lugar que inspira a millones de artistas para cantarle, fotografiarle, dibujarle y en su honor, cual vate consagrado, dedicarle los más hermosos versos que emanan de las almas sensibles.
Recuerdo con nostalgia, cómo hace un par de lustros atrás, desde el segundo piso del bloque de Ingeniería Civil de la extinta CUC y apoderada de la partitura de soprano, entonaba esta canción que hoy evoco viéndote cara a cara, tal cual como te soñé.

Qué profunda emoción
Recordar el ayer
Cuando todo en Venecia
Me hablaba de amor

Ante mi soledad
En el atardecer
Tu lejano recuerdo
me viene a buscar


Qué callada quietud
Qué tristeza sin fin
Qué distinta Venecia
¡Si me faltas tú!

Me pregunto con mis ojos clavados en tu gran canal, cuántas almas enamoradas no habrán profesado amor eterno frente al encanto e inmensidad de tu puente Rialto.

Y aunque es un destino para recorrer en pareja, no me limité. Viajé sola como un champiñón -a propósito, tras esta entrada consultaré quién fue el de la idea de someter a la eterna soltería a los pobres champiñones-, pero fui feliz. Cada recoveco de tus plazas, puentes y callejuelas -trazadas como por un embriagado arquitecto-, fue testigo del "corre-corre", del infante llorando, de la selfie posuda, del sudor, de las caras asombradas, y por qué no decirlo, de miles de turistas y locales cantando "despacito". 

Tu insondable paz y tranquilidad se deben al hecho de que por tu senda no circulan carros, ¡qué dicha tan amarilla! 
Representas el estereotipo de la ciudad no-típica. Me explico en el italiano incipiente que quise aprender por ósmosis: 
-Buongiorno, quanto costa andare all'isola di Murano in vaporetto?
-Va bene 80 euro a Expreso, signorina. Ma potrebbe andare in un taxi di acqua
-¡¿Taxi di acqua?!
-¡Qué berraquera! (En español paisa, solo porque no hay traducción)

Gracias a un origen común en las lenguas romances, más exactamente a la familia de las lenguas iberorromances, el español y el italiano tienen palabras muy similares o cognados, así que fue más sencillo hacerme entender en español que en inglés. Tras este viaje, debo admitir eso sí, que encuentro más romántico el acento italiano que el francés.

Ahora bien, así como toda piel tiene su lunar, por supuesto que Venecia tiene el suyo. Su único lunar. Confieso que algunos detalles del itinerario de Italia fueron dejados al garete, por lo tanto en muchos casos necesitaba internet para realizar consultas turísticas. Un consejo: ¡Váyase armado con mapa!, porque a menos que disponga de una línea telefónica europea, no podrá acceder al Free-wifi de Venecia. 

Y allí contigo en una encantadora deuda personal ya saldada y con la costumbre de hablar sola, aparentemente "mal de familia", recorro y grabo como tatuaje a mi piel, tu aroma, tu romántico atardecer, tu sol en mi cuerpo, tus visitantes, tus puentecillos entre tus calles de variadas aberturas, tu arte y mi sueño cumplido en ti.



Probablemente sea una de mis entradas más "rosa", no prometo que sea la última. Hay 12 días "28". El que lo entendió, lo entendió.

¡Saludos a mis "rosa-dos" lectores!