domingo, 18 de septiembre de 2016

¡Hola Soledad!, No me extraña tu presencia...

Es tan necesaria la soledad...
Dormir, despertar, desayunar, hablar, caminar y conversar solo y solo contigo mismo, en un entorno donde hay más interacción tecnológica que sensorial; es una gran ventaja.

Pronto tus costumbres comienzan a adaptarse, tu cuerpo a amoldarse y aquello que consideras inmodificable; le das una segunda oportunidad.

Quizá hoy me cuestiono, ¿por qué no hice esto antes? ¿por qué no busqué esto antes? y hoy mismo mientras tomaba mi ducha vespertina, como siempre en domingo, me respondí: 
¡No hay momento mejor que este para vivir lo que estoy viviendo!
¡No hay ocasión que Dios haya diseñado mejor que esta para mi!

Distraigo mi mirada de mis deberes, para analizar cómo ha cambiado mi vista. Desde mi ventana, muy temprano en las mañanas, solía escuchaba el trinar de una decena de pajaritos. Hoy, miro mi ventana siendo las 7:15 p. m. y aún con luz, me inspiro en estas letras, en compartir con ustedes mi experiencia. Un vehículo estacionado con cuatro números por placa y un árbol esbelto.
Me elevo por minutos y pienso en todo aquello que Dios y la vida me han regalado. Tantas oportunidades, tantas personas maravillosas a mi alrededor.

¡Hoy concluyo que la vida es siempre bella, sólo debemos aprender a cambiar el filtro de nuestros lentes!

jueves, 15 de septiembre de 2016

En paz

Hay momentos en la vida en los que, a pesar de no poder controlar las responsabilidades de cada quien, te desesperas y llegas al punto sin salida de las preguntas absurdas: ¿Por qué yo? ¿Por qué me pasa esto a mi?
Personalmente, me cuestiono mucho, "me doy duro", y lloro para eliminar del cuerpo y del alma los pesares que me enferman.

Y entre quejas y reclamos encuentras a Dios, que te mira y te escucha como un Padre paciente. Y con gran misericordia perdona todos los improperios que tu mente formuló y te extiende su mano en señal de: "Calma, aguarda paciente, quiero hacerte fuerte"
Y no entiendes. 

Más tarde, cuando todo pasa, descubres que Él, como siempre, tenía razón.
Entonces, miras al cielo y dices: ¡Gracias, sé que fuiste tú!.

De primeras impresiones ...

Siempre la gente suele cuestionarse por las primeras impresiones... Con respecto a los lugares visitados, las personas que recién conoces, en fin.
He contado con la dicha de asignarle una buena calificación en la primera impresión a las personas que considero estimadas.

Alguien a quien aprecio mucho, una vez me dijo que parezco una abuelita. Con qué intención lo diría en aquél entonces, no lo sé, pero hoy doy crédito a sus palabras. Pues bien, sentada en el asiento medular del avión no contuve los letreros y procedí a iniciar conversación con mi compañera de vuelo a mi diestra. Por su aparente corta edad le pregunté, ¿y qué vas a hacer a los Estados Unidos? Pertenezco al programa Au pair, me dijo. Y me resumió su vida y sus hazañas en el tiempo en que la asistente de vuelo nos traía a ambas auriculares para ver películas.

En tres horas y media de vuelo pude ver películas, pensar y elevarme...
Avión en tierra, miedos en la maleta y un inmediato cambio de chip. Formada en fila, espero mi turno... Y sí, no fui la primera mucho menos seré la última persona a la que le digan: ¡Welcome to the United States! ¿Y quién me lo dijo esta vez? Un afroamericano con acento pueltoliqueño, tú sabes, de los que te llaman pa' atrás, en fin. Su cara cual caja fuerte, muy hermética por fuera pero con una sonrisa que guarda millones de alegrías por dentro. Me habló de su hija, de sus nietos, de lo feliz que se siente en este país que le ha dado todo.

Y una vez en Houston, me recibieron dos colombianas encantadoras, con tantas experiencias e historias maravillosas en su palmarés (tras los juegos Olímpicos, me encantó esta palabra). Una ciudad de amplias carreteras, enormes centros comerciales, muy organizada, varios acentos, refugio de mil nacionalidades y con cero complicaciones. 
¡Esta promete ser una experiencia única!