jueves, 29 de octubre de 2020

Una entrada cuestionable

Es verdad que hace muchos meses no le daba una mirada a este baúl que guarda tanta vida.

Hoy me provocó, quizás porque soy una hija de la lluvia y encuentro en su presencia y contemplación, algo de inspiración y un tiempo propicio para reflexionar.

Tres días aislada, viendo la linda Medellín desde la panorámica que ofrece un piso 15, en una búsqueda infructuosa por desconectarme del mundo real, de las caras cotidianas, y ¡hasta un poco de mí! 

Pero...

¡Cuán difícil es intentar huir de uno mismo! Es imposible, pues te encuentras contigo en cada esquina de los pensamientos, en batallas mentales que no quieres dar en un momento específico, y finalmente, con una terquedad abrumadora, terminas por volver al cuarto del que querías escapar...

Personalmente, autocuestionarme es como autoflagelarme, en la mayoría de los casos. Soy mi crítica más implacable, no me perdono ni media y tardo en olvidar mis impases. Es probable que algunos no estén de acuerdo con esto, pero está bien, no es mi deseo buscar aprobación.

Una de mis mejores terapias para la autoevaluación, a lo largo y ancho de mis años vividos, ha sido escribir. Servilletas, reverso de cuadernos, diarios, la arena de la playa... el medio es quizás lo de menos. Algunas veces lo hago para mí, y otras, creyendo que alguien más leerá mis escritos, muchos años después. Otra terapia que también me funciona, es llorar en soledad. Llorar hasta secarme por dentro, hasta sacar ese dolor emplazado en mis entrañas.

Las tormentas personales que surgen en una catarsis, traen consigo muchos cuestionamientos. ¿Cómo me siento?¿Qué espero?¿A qué aspiro?¿Qué quiero?, ¿Qué me hace falta?, ¿Soy una persona feliz? Este examen no lo respondo en forma ordenada como lo suele hacer una estudiante juiciosa, de hecho, voy saltando entre las preguntas hasta encontrar aquélla más cómoda para mis recuerdos o experiencias. Y aunque intente pasarme de lista al darme las respuestas que quisiera escuchar; la realidad es que mi alter ego resulta ser aquél profesor que cuestiona a sus estudiantes con la frase: "Eso no fue lo que yo te pregunté".

La calificación del examen no la mido en números o notas; sino en acciones, simplemente. Si algo no me gusta, ¿lo puedo corregir y depende de mí? Si es así, entonces lo corrijo. ¿No estoy cómoda en el lugar donde estoy? Pues entonces, me muevo. ¿Me tomo muy a pecho las actitudes o comentarios de otras personas? y es justamente cuando me respondo: ¿Qué carambas hago cargando el equipaje ajeno, ahhh?

No sé si se sientan identificados con mis palabras en esta entrada, o con qué frecuencia les sucede pero, hoy solté un incómodo equipaje.


Saludos de vuelta!