miércoles, 15 de mayo de 2019

¿Por qué nos cuesta tanto ser simples?

Se nos dijo:
Toma esta vida, vívela como quieras, no le hagas daño a nadie y sé feliz.

¿Qué entendimos?
Tengo esta vida, compliquémosla tanto como se pueda, estresémonos y suframos por banalidades hasta que nos llegue la hora de la hora. Amén.

Personas y personalidades en el mundo hay como granos de arena en la playa. 
Para mí, las personas simples no son aquellas no-complejas. Empero, son aquellas capaces de anteponer su felicidad, el bienestar de su alma y la tranquilidad y la paz de su ser; por encima de las preocupaciones y placeres efímeros que ofrece esta vida terrenal. 

¿Por qué empiezo esta entrada en esta forma tan reflexiva?
Pues porque me impresiona cómo, frecuentemente, nos resulta tan sencillo complicarnos la vida, cuando el atajo (si y solo sí para esta ocasión) para llegar a la meta, nos proporciona SIEMPRE mayor felicidad.

Quiero citar un ejemplo:
Cualquier decisión que tomemos en la vida, siempre encontrará facilitadores y detractores que saldrán ágilmente al paso y pondrán mil obstáculos en nuestro camino cuesta arriba. ¡Ahhh! Pero a veces caemos en la absurda posición de creernos sus diatribas y terminamos por desinflar nuestros sueños y por darle cabida a personas que, como una mala hierba, intentan dañar nuestra siembra.

A esos detractores, descuidémoslos, perdámoslos de vista y mantengamos claro el objetivo, siempre mirando al frente y con Dios, tomados de la mano.
Soy consciente de que hacerle el quite a estos desocupados y a las situaciones intrincadas, no siempre es sencillo, pues, a veces sus palabras nos perforan el alma y nos debilitan el carácter. Sin embargo, por nuestra felicidad y paz interior ¡Sigamos adelante, no desfallezcamos!

Vale la pena un ejemplo más:
Algunas personas cuando deciden casarse prestan mucha atención a los detalles y se olvidan de lo esencial: el AMOR. Corren por los pasillos del desespero, la lista de invitados, el menú de la boda, que si la luna de miel será en Singapur o Curazao, el vestido, las flores, el ¿dónde vamos a vivir? Con esto no quiero quitarle mérito a quiénes piensan en la planeación de su boda de esta manera, pues hasta yo he cabalgado con algunas de estas ideas; pero, muy pocas parejas se detienen a pensar en la pulpa de la fruta, representada en la decisión del AMOR a su pareja por encima de las dificultades sin que importe el hecho de que los invitados estuvieran complacidos o no por la orquesta que animó la celebración.

¡¡Cuánta dificultad hallamos en el camino para ser simples!!
Cuánto nos cuesta dejar el grillete que representa la aceptación ajena para abrirle paso a la aceptación de nuestro propio ser;
Cuánto más nos cuesta desapegarnos de bienes materiales, creyendo que en ellos reposa la felicidad;
Y cuánto aún más lamentamos darnos cuenta de esta realidad tan tarde.

Y es que ser simples nos hace ser auténticos...

Aparta de tu vida todo aquello que te robe la tranquilidad.
Dale la bienvenida a lo sencillo, a lo genuino, a la bondad de tu vecino, a la fragancia de las flores, a los amaneceres y atardeceres que Dios nos regala cada día, al beso de tu compañero, a las caricias de tu madre, al hogar por encima de la casa y al ser humano por debajo de la ropa.

Haz el intento por sustraer de tu vida las dañinas opiniones de aquellos con corazón de oropel y las influencias del ambiente exterior, ¡verás cuán simple resulta ser simple!
Te invito ahora a ti, porque ya acepté la invitación y quiero también que seas feliz.

Saludos, queridos lectores.