domingo, 6 de agosto de 2017

#NOsoyunanoviaempeliculada. ¿Lo eres tú?

Por obvias razones esta nueva entrada, fue inspirada en mi novio, quien ocasionalmente suele decirme: ¿Y ahora por qué te empeliculaste?

¿Recuerdan al señor del sombrero en mi entrada anterior? 
Le pregunté y esto me dijo:
-¿Usted es paisana?
-No señor, soy colombiana. Pero mi oficina da justo a la azotea donde están reparando el techo.
-Diga no más
-Es que hace unos días le vi un sombrero, al que le untó mortero. ¿Qué lo hizo?

Se rió ampliamente.
-Es que a mi vieja le gusta pintar y pues yo le llevo este y hace pendejadas, ella.
Cuando lo termine, ¿me lo muestra?
-Claro que sí, con gusto. Que tenga buen día.
-Gracias, igualmente.

Resultado de imagen para rollo de peliculaAhora sí, ¿por qué nos empeliculamos las mujeres?
Muy bien, definamos primero el verbo empelicular. Una búsqueda infructuosa en la RAE, para comenzar. Un google muy dispuesto a colaborar, como siempre, arroja los siguientes resultados: ¿montarse en una película?, obsesionarse. Acepciones que al parecer, son muy colombianas. Y un ejemplo: Vio al novio hablando con otra y se empeliculó.
Se me ocurre justo ahora que hay un artista de la música vallenata que canta una canción en honor al empelicule. Veamos qué idea nos da el filósofo contemporáneo Peter Manjarrez.

Te empeliculaste, te sollaste
Y le metiste corazón, zón, zón, zón
Y por eso estas así, sí, sí, sí, sí, sí, sí
Buscándome pa' que yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo
Te vuelva a poner el swing (Bis)

El que se enamora pierde
Nunca te dije mentiras
Y solo fue una salida 
No entiendo por qué mi vidaaaaa

Conclusión 1. La canción cuenta la historia de una señorita, a quien el cantante invita a un afamado restaurante en la capital colombiana. De seguro comieron y bailaron. Ella creyó que el hombre la llamaría al día siguiente, cosa que no pasó. Por lo tanto, ella se empeliculó. Sencillo. Entonces, empelicularse es armar un rollo, dirigir y actuar en una película inventada por uno mismo. 
Conclusión 2. ¿Qué se hicieron los autores? ¿Por qué bailamos y cantamos estas letras tan insulsas y pendejas?
En fin.

Toda la confusión, rollo o empelicule suele armarse, porque las mujeres manejamos versiones nivel Universal Studios y los hombres manejan la suya nivel cortometraje de garajePor lo general, a una de ellas le sobran los detalles que a la otra le faltan.

Insisto, ¿a qué cine vamos cuando nos empeliculamos las mujeres?
Al teatro de nuestra cabeza (sin duda el mejor, para bien y para mal). Escogemos actrices y actores principales y de reparto. Adecuamos los textos de cada personaje, preparamos la escenografía, el vestuario. Todo.
Cuando el hombre llega al teatro, es decir, cuando pregunta: ¿Qué tienes? Es ahí cuando botamos el libreto completito. A lo que ellos responden simplemente: ¡Te estás empeliculando, yo ni siquiera salí de mi casa!
¡Plop!

Ahora, este es solo un género. Hay otras que prefieren no soltar el libreto completo, sino hacer hincapié en cada escena particular #corte, #acción #toma43. Más divertido y rico en detalles, opinan algunas.

Estamos además, las que colocamos solo un poco de drama al principio y sin agrandar mucho el parlamento, terminamos por contar qué es lo que realmente nos molesta. Y ese es el punto, queremos casi siempre que la pareja nos adivine qué es lo que nos pasa. Pero, ¿por qué? Porque estamos "cargadas" y solo queremos responder: "viste, yo sabía", porque ajá o su variante porque sí.

Si te gustó, comparte tu empelicule favorito.

¡Saludos a mis "primeras actrices"!


martes, 1 de agosto de 2017

Del diálogo victimizante: ¿Por qué a mi?, ¿por qué yo?

¿Cuántas veces, sumidos en un silencio profundo, llorando desconsoladamente, mordiendo almohada o mirando simplemente al horizonte, nos hemos hecho estas preguntas? ¿con qué tono lo hemos hecho? ¿como quien recibe dones o como quien se queja de sus ''desgracias''? Vamos, tómate un café y acompáñame a ver... ¡Ah no! Eso es otra cosa. 


Siempre invierte en ti como si se tratara del proyecto más importante (de hecho lo es), aliméntate de buenas energías y pensamientos positivos. Siempre. 

Existen distintos roles que una persona puede adoptar para aceptar una realidad. Los interrogantes planteados como título aquí, podrían generar sensaciones ambiguas, dependiendo de la personalidad del individuo que las plantea.

Por ejemplo, mujeres y hombres, que en su conducta megalómana se preguntan a sí mismos, tras experimentar situaciones de éxito o realización de proyectos y sueños de cualquier índole: ¿Por qué a mi? ¿por qué yo? Solo para contestarse a sí mismos quizás, con la respuesta más egocéntrica de la humanidad (soné exagerada): Porque yo me lo merezco. Ahora bien, esto fue solo un ejemplo. Pues por lo general, quienes sufren de estas actitudes de grandeza, no suelen cuestionarse acerca del merecimiento de sus logros. Los dan por sentados, les deben ocurrir a ellos. Acaso, ¿a quién más?

La otra cara de la moneda refleja esos seres que, aparentemente, cargan una nube gris a toda hora mientras que todo a su alrededor parece alumbrar, esos que arrastran un pesado bulto de sal y parece que la vida se hubiera ensañado contra ellos. Ellos repiten una y otra vez: ¿Por qué a mi? ¿por qué yo? Sin embargo ellos no se responden, ellos solo lamentan su suerte; sin hacer un balance de las cosas que hicieron mal o que simplemente dejaron de hacer. 

Podría resultar muy sencillo sacar del baúl de las mamás, frases milenarias como: "Dios dijo ayúdate que yo te ayudaré", "no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla" o "cada quien tiene lo que se merece, aguarde y ya verá", para intentar calmar o aliviar una situación infortunada de esa persona. Pero, ¿de qué otra forma podemos ayudarlos? ¿les solucionamos la vida? Si les brindamos todo, ¿cómo saldrán adelante después?

Curiosamente hace unas semanas en un programa televisivo, veía un reportaje de unas personas subsidiadas que se habían acostumbrado a recibir una cierta cantidad de dinero por parte del Estado Colombiano sin procurar invertirlo en un pequeño negocio y hacer algo "más" con sus vidas. Se creyeron la historia de que "ellos se merecen esa suerte", es más, que el Estado debe responsabilizarse por ellos. Entonces se conformaron con las minucias y se dejaron ir con la corriente. 

Esta situación que hoy llama mi atención puede deberse, sin duda alguna, a muchos otros factores y "cosas de la vida" que no menciono en este blog. Y me tomo mi café de la tarde y me pregunto a mí misma si alguna vez también yo me he cuestionado así. Y sí, lo he hecho. Y aunque mi caso podría ser el de muchos, las veces que lo he hecho, solo miro al cielo, me río con el hombre del penthouse azul y me respondo: "Si no hubiera sido a mí, así, no sería yo, hoy". Algo aprendemos, siempre. Y cito a Galeano: "El tiempo que fue sigue latiendo, VIVO, dentro del tiempo que es, aunque el tiempo que es, no lo quiera o no lo sepa".

Despido estas líneas, mientras que, de forma muy distraída, observo a un obrero de nacionalidad mexicana, que en su afán de evitar que su sombrero volara de su cabeza para seguir protegiéndose del sol inclemente, lo "barnizó" con una mezcla de cemento, arena y agua. ¿Sabrá el hombre que mañana se lamentará, no solo por el sol inclemente sino además porque su "casco protector" estará un poco más pesado de lo normal?

Mañana le pregunto y les prometo respuesta.

Saludos a mis "cafeteros" lectores.