jueves, 15 de septiembre de 2016

En paz

Hay momentos en la vida en los que, a pesar de no poder controlar las responsabilidades de cada quien, te desesperas y llegas al punto sin salida de las preguntas absurdas: ¿Por qué yo? ¿Por qué me pasa esto a mi?
Personalmente, me cuestiono mucho, "me doy duro", y lloro para eliminar del cuerpo y del alma los pesares que me enferman.

Y entre quejas y reclamos encuentras a Dios, que te mira y te escucha como un Padre paciente. Y con gran misericordia perdona todos los improperios que tu mente formuló y te extiende su mano en señal de: "Calma, aguarda paciente, quiero hacerte fuerte"
Y no entiendes. 

Más tarde, cuando todo pasa, descubres que Él, como siempre, tenía razón.
Entonces, miras al cielo y dices: ¡Gracias, sé que fuiste tú!.

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