martes, 28 de febrero de 2017

El amor después del amor...

Podría ser la más corta de todas las emociones, semánticamente hablando; aún así la más fuerte, la más sublime y en ocasiones la más dolorosa. Hablo del amor y del que debería ser su pariente lejano, el desamor.


Cuánta intensidad encierran esas cuatro letras, cuántas risas, besos, caricias, proyectos, luchas... para que en un momento determinado, ese tren se descarrile abruptamente porque, el que creías era su destino, ya no te llevará a ninguna parte.

Y entonces, te encuentras con un sinfín de preguntas:
¿Qué haces justamente el día después de una ruptura sentimental?
Probablemente piensas si él/ella te piensa como tú a él/ella

¿Borras de tus redes sociales toda evidencia de su historia de amor, como si eso la ubicara en el universo paralelo de todo aquél que vió cuanta foto y vídeos compartiste?
¿Prefieres recurrir, en cambio, a recordar todo desde el día 1?

Tus amigos y sus amigos, ¿no serán ya "nuestros amigos"?
¿Qué sucede cuando hay bienes materiales compartidos? Nada es tuyo, nada es mío. Pero  eso sí, yo me quedo con el perro.

En un plano mas banal, está bien cambiar de look radicalmente. Confieso que yo lo hice. Eso nos hace sentir un poco mejor a las mujeres, sobretodo cuando te preguntan si lo hiciste por "tusa"; y airosamente respondes "no" cuando medio planeta sabe que sí.

Probablemente todo, durante las primeras semanas te recuerde su presencia, su mirada, su perfume. Es que ni siquiera cepillarte los dientes tranquilamente podrás, pues ahí estará su bendito cepillo "azul o moradito" para recordarte y mortificarte la mañana, desde temprano.

Ahora bien, todas las parejas acaban su relación de forma distinta. Algunas, lo hacen tan pacíficamente, que llegan a consolidar con el tiempo, una linda amistad. Evolucionan su "sentimiento de amor" hacia algo "diferente", que no sabría ubicar en la escala de afectos. Esto solo es bueno cuando los dos implicados han pasado la página; si alguno de los dos dejó esa esquina de la hoja doblada, de seguro sufrirá.
Existen mujeres, por ejemplo, a las que les encanta ejercer el "rol" de la consejera en la nueva relación de su ex, como método infructuoso de "superación de la tusa". ¿Confuso, no? y algo hartísimo para la "actual". Se aferran a permanecer de algún modo, en la vida de ése que fue y que ya no es.

Otras parejas en cambio, asumen posiciones un poco mas ecuánimes y, buscando el bienestar de su pareja, cortan por lo sano para no desgastar el sentimiento o porque definitivamente tras cierto tiempo, advirtieron que no era lo que estaban esperando.

Y es que en toda relación de pareja, casi siempre hay uno que se entrega o "demuestra" más afecto que el otro. Este es entonces, el que se rehúsa a dejar ir, a terminar y a olvidar; el que siempre va a preguntar: ¿Cómo estas?", "¿Cómo te va sin mi...?".

Y a propósito de olvidar, ¡¡Qué curioso que hoy resulte tan fácil eliminar recuerdos!! Un solo clic basta. Sobre todo para aquellos que pusieron en la vitrina social toda su vida sentimental. Hoy, me agrada tanto saber que viví la época de las cartas: las furtivas, las que esperaban respuesta, las románticas, las honestas y reveladoras. De las esquelas y credenciales por la n cantidad de meses, de peluches, rosas y chocolates. ¡Por fortuna, aún hay quienes prolongan estas muestras de afecto tan lindas!

De amor nadie ha muerto, al menos no conscientemente. Eso sí, llora lo que quieras, lo que consideres necesario para así liberar; en tu cuarto o bajo la lluvia para que tus lágrimas se confundan entre las gotas y nadie las note. El duelo es necesario en la medida que te entregue un "para qué", un "cuándo sí" y un "ya no más".

¡Un saludo para mis desconsolados lectores!

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