martes, 1 de agosto de 2017

Del diálogo victimizante: ¿Por qué a mi?, ¿por qué yo?

¿Cuántas veces, sumidos en un silencio profundo, llorando desconsoladamente, mordiendo almohada o mirando simplemente al horizonte, nos hemos hecho estas preguntas? ¿con qué tono lo hemos hecho? ¿como quien recibe dones o como quien se queja de sus ''desgracias''? Vamos, tómate un café y acompáñame a ver... ¡Ah no! Eso es otra cosa. 


Siempre invierte en ti como si se tratara del proyecto más importante (de hecho lo es), aliméntate de buenas energías y pensamientos positivos. Siempre. 

Existen distintos roles que una persona puede adoptar para aceptar una realidad. Los interrogantes planteados como título aquí, podrían generar sensaciones ambiguas, dependiendo de la personalidad del individuo que las plantea.

Por ejemplo, mujeres y hombres, que en su conducta megalómana se preguntan a sí mismos, tras experimentar situaciones de éxito o realización de proyectos y sueños de cualquier índole: ¿Por qué a mi? ¿por qué yo? Solo para contestarse a sí mismos quizás, con la respuesta más egocéntrica de la humanidad (soné exagerada): Porque yo me lo merezco. Ahora bien, esto fue solo un ejemplo. Pues por lo general, quienes sufren de estas actitudes de grandeza, no suelen cuestionarse acerca del merecimiento de sus logros. Los dan por sentados, les deben ocurrir a ellos. Acaso, ¿a quién más?

La otra cara de la moneda refleja esos seres que, aparentemente, cargan una nube gris a toda hora mientras que todo a su alrededor parece alumbrar, esos que arrastran un pesado bulto de sal y parece que la vida se hubiera ensañado contra ellos. Ellos repiten una y otra vez: ¿Por qué a mi? ¿por qué yo? Sin embargo ellos no se responden, ellos solo lamentan su suerte; sin hacer un balance de las cosas que hicieron mal o que simplemente dejaron de hacer. 

Podría resultar muy sencillo sacar del baúl de las mamás, frases milenarias como: "Dios dijo ayúdate que yo te ayudaré", "no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla" o "cada quien tiene lo que se merece, aguarde y ya verá", para intentar calmar o aliviar una situación infortunada de esa persona. Pero, ¿de qué otra forma podemos ayudarlos? ¿les solucionamos la vida? Si les brindamos todo, ¿cómo saldrán adelante después?

Curiosamente hace unas semanas en un programa televisivo, veía un reportaje de unas personas subsidiadas que se habían acostumbrado a recibir una cierta cantidad de dinero por parte del Estado Colombiano sin procurar invertirlo en un pequeño negocio y hacer algo "más" con sus vidas. Se creyeron la historia de que "ellos se merecen esa suerte", es más, que el Estado debe responsabilizarse por ellos. Entonces se conformaron con las minucias y se dejaron ir con la corriente. 

Esta situación que hoy llama mi atención puede deberse, sin duda alguna, a muchos otros factores y "cosas de la vida" que no menciono en este blog. Y me tomo mi café de la tarde y me pregunto a mí misma si alguna vez también yo me he cuestionado así. Y sí, lo he hecho. Y aunque mi caso podría ser el de muchos, las veces que lo he hecho, solo miro al cielo, me río con el hombre del penthouse azul y me respondo: "Si no hubiera sido a mí, así, no sería yo, hoy". Algo aprendemos, siempre. Y cito a Galeano: "El tiempo que fue sigue latiendo, VIVO, dentro del tiempo que es, aunque el tiempo que es, no lo quiera o no lo sepa".

Despido estas líneas, mientras que, de forma muy distraída, observo a un obrero de nacionalidad mexicana, que en su afán de evitar que su sombrero volara de su cabeza para seguir protegiéndose del sol inclemente, lo "barnizó" con una mezcla de cemento, arena y agua. ¿Sabrá el hombre que mañana se lamentará, no solo por el sol inclemente sino además porque su "casco protector" estará un poco más pesado de lo normal?

Mañana le pregunto y les prometo respuesta.

Saludos a mis "cafeteros" lectores.


4 comentarios:

  1. Buenísimo. Me encantó. De los que más me ha gustado, una prosa limpia, una excelente reflexión y adicional el toque de humor en algunas de las frases que hace que sonrías cuando lo lees y te sientas más tranquilo de mirarte a ti mismo

    ResponderEliminar
  2. Muy chévere y filosófico :)... Y si lo leí todo en 3 momentos diferentes

    ResponderEliminar
  3. Me gusta mucho el tema y la forma en que lo tratas. Con frecuencia nos lamentamos de todo aquello que nos sale mal y se nos olvida agradecer y constatar todo lo bueno que tenemos y hemos logrado. Recuerdo y agradezco a la madre de una amiga que cuando perdí todo el dinero para comprar una casa, me dijo"Quién sabe porque otra cosa lo has cambiado". Y con esa reflexión cuando algo no me sale, pienso que tal vez no era bueno para mí aquello y que en lugar de victimizarme, puedo sentir el dolor de la pérdida, agradecer y emprender otro proyecto. Gracias Vane.

    ResponderEliminar