sábado, 1 de octubre de 2016

La Sociedad de los poetas defraudados.

Hace un par de semanas, leí en un artículo que de acuerdo con un importante estudio, las personas estamos perdiendo la capacidad de amar. Así de importante es el estudio que no logré identificarlo con sus palabras claves en reconocidas bases de datos de artículos científicos.

Ahondé un poco y encontré que la alexitimia es un trastorno neurológico que impide a las personas afectadas identificar las emociones que experimentan, así como expresarlas verbalmente.

Sin embargo, eso no es lo que me motiva a escribir hoy...
Hoy quiero reflexionar acerca del porqué se ha perdido el interés por el amor y el romanticismo. ¿El culpable? A mi juicio, un tipo de tecnología en particular. Algunos estarán en contra de mi punto de vista, destacando los muchos beneficios que esta trajo consigo. Eso está bien, pero hoy, hablaré de uno de sus perjuicios.

Un recuerdo pasea por mi mente justo ahora y es el de la imagen de mi abuelo materno. Su manera de comunicarse con mi abuela era a través de cartas, y al dirigirse a ella firmaba como: "Tu afectísimo". Era la época dorada de la Urbanidad de Carreño, en la que los caballeros se quitaban su sombrero para saludar a las damas, abrían para ellas la puerta de sus vehículos, ellas lucían impecablemente sus ropas y se asistía a la Iglesia todos los domingos usando las mejores galas. Corrían los años 40.

Y es que la labor de cortejar, por mucho tiempo, ha sido responsabilidad de los hombres. Esta "responsabilidad" ha superado ciertos obstáculos que han venido variando con el tiempo. Podría empezar por decir que ante un evento nocturno, los caballeros inicialmente debían recoger a la dama en la puerta de su casa a sabiendas de ser vigilado y cuestionado por el futuro suegro, hacer visita dominical hasta las 6:00 p.m., rodeado de la cúpula mayor (tías, primos, padres y hermanos celosos) ubicada estratégicamente en forma intercalada en el adorable sofá.

Décadas después, ya no es tan necesario aquello de recogerla en casa para una fiesta, pero sí es bueno que lo presente a los padres, por aquello de "saber quién es ese muchacho, mija y conocer sus intenciones".

¿Hoy? 
Pues muy bien, con el detalle que me caracteriza, procedo a describir a los futuros padres de la patria por este lado del mundo.
Sentada en el bus por nueve minutos (lo que se demora la ruta 31 en llegar a TAMU), recorro visualmente las siluetas masculinas y femeninas. El clima por ésta época es perfecto para usar bermudas, camisetas ligeras y sandalias. Llevar el cabello algo desprolijo en las chicas y sólo un poco mejor en los chicos. Sin embargo, tras la superficialidad de mi primera vista, encuentro común una postura incómoda pero al parecer, satisfactoria al mismo tiempo. La he llamado "síndrome de Quasimodo". Para algunos el apelativo aplica más allá de la postura. Una mirada sigilosa al quasimodo a mi izquierda y ¿qué advierto?... Nada. El hombre "que sospecha" escribe en su idioma nativo. Mala suerte.

¿Y a qué tecnología en particular me refiero? Resulta que un celular con el paquete de redes sociales incluido te abre un maravilloso mundo de posibilidades en este tema. No solo nacionales sino in-ter-na-cio-na-les. 
¿Quieres saber si hay chicas lindas alrededor?  La respuesta es Tinder
¿Quieres saber su historial en el amor? La respuesta es "stalking" su facebook o instagram
¿Quieres llamarla y no tienes minutos? Problema resuelto: facetime, whatsapp, msn facebook, line, hangouts, viber y otras. 
Esta la supe hace poco, ¿quieres escribirle sin que ella pueda ver tu foto de perfil en Whatsapp? No la agregues a tus contactos.
¿Y la cereza del pastel? Hace unos días, a una amiga, cuya identidad protejo, le escribieron por Whatsapp que querían tener sexo con ella. ¿Adónde carajos se fue la galantería?

No es que esto esté mal. Me pregunto por qué enviar besos en emoticones cuando puedes darlos, por qué colocar una carita triste cuando puedes salir a la calle y tomarte un café con un amigo y sentirte mejor, por qué escribir ¡feliz cumpleaños! en el muro de facebook de tu mejor amigo cuando viviendo en la misma ciudad puedes celebrarlo con él. Es que esta tecnología nos ha convertido en seres insensibles al amor. Y algo que surgió con el objetivo de acortar distancias, en esencia; nos aísla cada día más.

¡Arquímedes perdóname! Pero esta generación te ha parafraseado así: "Dame señal wi-fi y moveré el mundo".

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