domingo, 24 de marzo de 2019

Tía de tres

Una mirada a mi ventana para ver las gotas de lluvia caer y sentir ese maravilloso petricor y de repente mis reflexiones de domingo me llevan a pensar detenidamente en tres chiquiticos preciosos que alegran los días de mi vida solo por existir, solo por ser quiénes son. No vivimos en la misma ciudad y aunque adoraría verlos más seguidamente, hay momentos en la vida en los que es necesario hacer sacrificios para alcanzar metas personales.

Isaac David, Sharon y Cristian Daniel, mis sobrinos. El mayor de ellos, Isaac, es un niño dulce y tierno, brillante. Me hizo tía por primera vez en el año 2010, justo cuando me regresaba a vivir a Medellín. Alguna vez me contó que sueña con ser futbolista, ingeniero como su papá y youtuber. La pequeña Sharon es toda una artista; baila, canta y encanta. Se le ve muy independiente y con convicción, es una líder innata. Y el menor de ellos, Cristian Daniel es toda una adoración.

Me han sacado risas, me han hecho llorar de alegría y orgullo, me han hecho sentir que me quieren, me han dado abrazos de osito, me han puesto a jugar fútbol y tenis en mitad de la sala, me han puesto a ver "Alvin y las ardillas" un par de veces, me han regañado (increíblemente) y me han hecho las preguntas más hermosas; cómo no, si su inocencia está en furor.


Yo soy la tía más feliz recordando nuestras conversaciones y las ocurrencias más hermosas de los tres. En días distintos, algunas de ellas:


1. Un día de vacaciones...

Isaac: Tía, ¿desde cuándo usas gafas?
Vane: Desde que tenía doce años, mi amor
Isaac: Tía, pero es que te veas muy fea con gafas.
Vane: (Asombrada por su sinceridad) Me puedo operar para ya no usarlas más ¿Te parece?
Algunos años después, le cumplí.

2. 
Un día de mi cumpleaños...
Sharon: Hola tía, feliz tumpleaños!!! (gritos a su alrededor)
Vane: gracias, princesa
Sharon: Tía, ¿de qué vas a celebrar tu cumpleaños? Si quieres, lo puedes celebrar de la doctora juguetes como el mío.

3. Ayer, el más pequeño, repetía la frase que su padre, mi hermano, le había enseñado: 

Cristian Daniel: Hoa tía Vane
Vane: Hola mi cielo, ¿Cómo estás?!
Cristian Daniel: Hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!, hoa tía Vane!
Me consumió la ternura y las ganas de correr rápido para ir abrazar a ese peluche de carne y huesitos.

Estos tres pedacitos de cielo crecen cada día en talentos, en ideas, en ocurrencias frente a mi mirada distante. Son mis sobrinos y los amo profundamente. Quiero siempre verlos felices y que sean lo que quieran ser.

Soy una tía feliz, de tres.


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