sábado, 30 de julio de 2016

¿Y por qué no?

Piensa en cuántas ocasiones te has hecho esta pregunta... (tómate tu tiempo)
Antepón la interjección ¡ajá! si eres caribeño, ¡oíste! si eres paisa o la que gustes para hablarte a ti mismo "más en confianza".¿Ya?

¿Cuál fue la primera situación en la que te ubicó esta sentencia? Probablemente algunos dirán que tener alguna aventura, probar una comida, iniciar una relación de pareja, planear un viaje, tomar una decisión o realizar una inversión. Eres libre de sugerirle a cada una de las anteriores, los adjetivos que prefieras.

A punto de culminar mi ciclo 30, puedo decir que no me arrepiento de nada de lo hecho y lo vivido. Pocas veces, he tenido que regañarme por no haber sido más arriesgada. 
Ahora, mis -¿y por qué no?- no siempre fueron buenas decisiones, "la he embarra'o" también; pero justamente ahí radica la experiencia de la vida. ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar! hermosa poesía de Machado hecha canción.

¡Amo recordar las situaciones "difíciles"! e incluso maridarlas con vino, una cerveza o un café de aquellos que hacen amigos... Y sólo porque entiendo cuánto nos permiten crecer. Reírte, mientras evocas cuán ansiosa estabas por presentar una entrevista, terminar un trabajo de tesis, exponer en público o decirle a tu pareja que aparecieron dos rayitas en vez de una; es una verdadera terapia. 

Con las respectivas excepciones que cada situación trae consigo, qué prefieres contestarte en una futura situación tú a tú (porque entre otras cosas, yo suelo hablar, discutir y argüir mucho conmigo misma):
¿Y por qué no? o ¿Y por qué no... lo hice?

Quizás después, en tu soledad, en una conversación que no esperabas tener, alguien dijo algo con lo que hiciste clic y comprendiste la razón por la cual no dijiste aquella vez ¿Y por qué no? y ahora dices ¿Y por qué no lo hice?
MIEDO. Podría ser la respuesta más común. ¡Sentir miedo no es malo! Es el primer síntoma con el que tu cuerpo y tu ser manifiestan cierto grado de inseguridad, incomodidad o desconocimiento. El problema es dejar que el miedo te gobierne, pues optas por no explorar, no probar y finalmente no saber el porque del porqué no.

Todo lo que quieres está al otro lado del miedo y este puede ser tan grande como el mar inmenso; tú decides finalmente, si te enfrentas a sus aguas turbulentas en un pequeño cayuco o construyes con tu actitud bizarra una poderosa embarcación.



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